EL SILLÓN DEL DIABLO by Marta

Hace poco, en una de nuestras quedadas domingueras de grupo, salió a relucir durante una charla una espeluznante historia que da nombre a un bar de Valladolid al que vamos, en concreto ‘El Niño Perdido’, así que me he puesto a investigar en Internet y he dado con la enigmática historia del maleficio en el blog Domvs Pvcelae.

 El Sillón del Diablo es un mueble en perfecto estado de conservación, elaborado en la segunda mitad del siglo XVI con madera de cedro y acabado en color natural, con el reposo y el respaldo de cuero fijados con grandes clavos. Actualmente puede contemplarse en el Museo de Valladolid, con sede en el renacentista palacio de Fabio Nelli, pero…no se te ocurra utilizarlo aunque sientas un profundo agotamiento, ¡¡¡¡ vade retro  !!!

 Se dice que perteneció a Andrés de Proaza, un joven de 22 años de origen portugués que interesado por los conocimientos anatómicos comenzó sus estudios en la nueva facultad de Valladolid hasta alcanzar la licenciatura. Durante su estancia en la ciudad ocupó una vivienda situada en la calle Esgueva, enfrente del desaparecido hospital del mismo nombre, donde al parecer compaginaba sus estudios de medicina con prácticas nigromantes clandestinas.

 En 1550 desapareció misteriosamente en la ciudad un niño de 9 años y algunos vecinos del tal Andrés de Proaza denunciaron a las autoridades que en la parte trasera de su casa habían oído llantos y gemidos y que se venían observando restos de sangre en los desagües de la vivienda. Cuando la milicia se personó a inspeccionar la casa por orden judicial, encontraron en el sótano un espectáculo aterrador. Allí estaba el infortunado niño colocado sobre una mesa de madera, despedazado y con signos de haber sufrido una autopsia, así como restos de perros y gatos igualmente diseccionados y objetos relacionados con prácticas ocultistas. Inmediatamente fue detenido y conducido a prisión. Pero si esto no causó suficiente revuelo, más impacto tuvo su declaración durante el juicio ante el Tribunal de la Inquisición, ya que el portugués afirmó tener un pacto con el diablo y utilizar como médium el sillón de su escritorio que un brujo de Navarra le había regalado y que había fabricado el propio Satanás, en el que una vez sentado recibía toda la sabiduría conocida sobre la práctica de la medicina. Además advirtió que quien utilizara aquel sillón para honrar al maligno recibiría la ciencia infusa o de lo contrario moriría a los tres días, como también recibiría un castigo aquel que osara destruir el mueble. Como consecuencia de estas afirmaciones, fueron requisados todos los enseres de la casa, incluido el sillón maldito.

Condenado por el Santo Oficio a morir públicamente en la horca, sus bienes fueron ofrecidos en subasta pública, pero no se pudieron vender por el temor generalizado a la negra historia que todos conocían, de modo que los muebles acabaron siendo pasto de las llamas. Todos menos el sillón, al que un temor supersticioso, un “por si acaso”, hizo que fuese custodiado en dependencias de la Universidad.

La notoriedad del caso hizo que se disparase la imaginación, surgiendo distintas leyendas en torno al sillón, como la de un bedel que lo utilizó al encontrarlo abandonado y le hallaron muerto al tercer día, o las dos mujeres estudiantes que años después desafiaron la maldición sentándose en él, tras lo cual una falleció en accidente y la otra arrastró su mala suerte durante toda su vida.

Estas historias no hicieron más que aumentar el temor que producía el sencillo mueble, al que para prevenir sus influjos maléficos, colgaron patas arriba con unas argollas en la pared de la desaparecida capilla de la Universidad para que nadie lo pudiese utilizar, permaneciendo preservado de esta manera en lugar sagrado durante muchos años. Cuando se derribó el edificio, el célebre sillón fue trasladado al Museo Arqueológico de Valladolid, llegando a ser exhibido dentro de una urna de cristal para evitar el contacto. Y de allí al actual Museo de Valladolid.

Si haceis turismo por Pucela no dejéis de visitar el museo y su famosa silla.

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Un comentario »

  1. Lo que más me ha sorprendido al redactar esta curiosidad no es la macabra historia sino el sillón !! después de oir hablar tanto de él me lo imaginaba diferente, como más tétrico, no sé, y a simple vista parece una silla normal, no parece una silla maldita que provoca la muerte a todo el que sienta en ella, verdad?

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